(Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
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Comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-hacia 420), obispo
CC Sermón 25; Pl 57, 509s«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24)
«Un hombre cogió un grano de mostaza y lo echó en su jardín; creció y se hizo un gran árbol, y los pájaros del cielo se cobijaban en sus ramas.» Busquemos a quien se aplica todo esto… Yo creo que la comparación se aplica exactamente a Cristo nuestro Señor el cual, naciendo como un grano en la humildad de la condición humana, al final sube al cielo como un árbol. Cristo, destrozado en su Pasión, es el grano; y llega a ser un árbol en la resurrección. Sí, es también un grano cuando, hambriento, sufre la falta de alimento; es un árbol cuando, con cinco panes, sacia a cinco mil personas (Mt 14,13s). Allí soporta la desnudez de su condición humana, aquí reparte hasta la saciedad por la fuerza de su divinidad.
Diré que el Señor es grano cuando es golpeado, despreciado, injuriado; es árbol cuando devuelve la vista a los ciegos, resucita a los muertos y perdona los pecados. Él mismo reconoce que es grano: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere…» (Jn 12,24)